El Positivismo. Materialismo Dialéctico

Introducción

            En este informe  se caracterizan de forma muy general  corrientes dominantes que siguen teniendo mucha influencia en los métodos implicados en la producción de los conocimientos en la investigación social. No se pretende abarcar ampliamente dichas corrientes, sino  mostrar  algunos fundamentos del positivismo,  el materialismo dialéctico y la racionalidad productiva lo cual permite ir conociendo, paulatinamente, estos enfoques filosóficos argumentativos de las formas de obtención del conocimiento.

            La investigación social es una forma de conocimiento que se caracteriza por la construcción de evidencia empírica elabo­rada a partir de la teoría aplicando reglas de procedimiento explícitas. Según lo estudiado es cuestionable  relacionar  la investigación social a la aplicación de un método científico, pues éste, en la práctica, no se da en forma clara; sí existen ciertos principios y reglas básicas que sirven de guías para este proceso. No puede tomarse la realidad social de la misma manera en que se toman los objetos de estudio, por ejemplo, de la física, pues lo social está involucrado directamente con el investigador, siendo inválida la pretensión de objetividad universal.

            Sin embargo tradicionalmente, la investigación social ha empleado metodologías cuantitativas, asociadas al positivismo, caracterizado por la búsqueda de explicaciones basadas en las causas de los fenómenos dados en una realidad considerada estable, la que es fragmentada en variables objetivas y cuantificables para producir conocimiento útil para el progreso, eminentemente tecnológico, de la sociedad. La técnica de recolección de datos más empleada es la encuesta, valorada como instrumento confiable, es decir, que logra datos consistentes y repetibles. Busca explicar las causas de los fenómenos, con pretensión de generalizar los descubrimientos. De esta forma se intentó validar este tipo de trabajos ante la comunidad científica.

 
            El Positivismo.

            El positivismo se opone a la metafísica e intenta seguir los métodos de las ciencias naturales y aplicarlos a las ciencias humanas.  Se fundamenta en  Francis Bacon y Thomas Hobbes, perfeccionando luego en el siglo XVIII, especialmente por Hocke y Hume, en lo que se refiere a sus procedimientos inductivos.  Hume,  señala que los procedimientos inductivos o método inductivo no pueden llevar a conocimientos objetivos, o  ciertos. Esto se debe al hecho de que, para comprobar las leyes o teorías que se han formulado como procedimientos inductivos se necesita realizar una comprobación de los mismos, es decir, siempre se necesita recurrir a procedimientos reductivos.

            Fue a partir del biólogo A. Comte (1850), que se pueden distinguir tres orientaciones: el pragmatismo, que busca la verdad y la utilidad y está basado en el positivismo filosófico.  El operacionismo, que busca investigar los fenómenos sociales a través de indicadores medibles y se basa en el positivismo lógico y  el behaviorismo que observa el comportamiento visible y está basado en la filosofía analítica.

            Igualmente en su forma clásica, a partir de este autor,  la filosofía del positivismo busca la explicación causal a través de un modelo orgánico de la sociedad, con una fuerte inclinación hacia el orden y el control de las variables de la investigación. Por lo tanto, su método, casi exclusivo, es el experimental. El positivismo, consecuentemente, niega la historia como ciencia, debido  a  que ella no se somete a la observación y comprobación directa. Acepta, a priori, la adecuación del pensamiento con la realidad, a la que considera como un dato, sin percibir,  el valor estructurante de la teoría que va más allá del dato empírico.

            En este sentido esta corriente busca la precisión en las observaciones de los hechos sociales por separado y, por consiguiente, rechaza todo concepto universal.   Resulta,  por tanto,  difícil estudiar los procesos en la sociedad global y por su carácter a-histórico está imposibilitado de dar los elementos para la interpretación de los cambios sociales. Por el empleo del modelo orgánico,  proporciona elementos teóricos que explican los procesos sociales como sistemas, en los que ocurren desequilibrios. Resulta difícil encontrar, dentro de un modelo orgánico, los elementos teóricos que explican los cambios estructurales. Esta inclinación tiene sus consecuencias para los enfoques y los métodos basados en el positivismo.

             Por otra parte, el positivismo tiene elementos subjetivos en la selección arbitraria de las experiencias que estudia y, más aún, en los intentos de explicación de las relaciones de esas nociones elementales, atomísticas, con la sociedad global. Tomando como trasfondo la Revolución Francesa, Comte acusa a otros  autores de generar utopías metafísicas irresponsables e incapaces de otorgar un orden social y moral a la humanidad. Considera que los problemas sociales y morales han de ser analizados desde una perspectiva científica positiva que se fundamente en la observación empírica de los fenómenos y que permita descubrir y explicar el comportamiento de las cosas en términos de leyes universales susceptibles de ser utilizadas en provecho de la humanidad.

            El autor  afirma que únicamente la ciencia positiva o positivismo podrá hallar las leyes que gobiernan no sólo la naturaleza, sino la propia historia social, entendida como la sucesión y el progreso de determinados momentos históricos llamados estados sociales. De aquí surge la  ley de los tres estados y la idea de progreso que postula que la humanidad en su conjunto y el individuo como parte constitutiva, está determinado a pasar por tres estados sociales diferentes que se corresponden con distintos grados de desarrollo intelectual: el estado teológico o ficticio, el estado metafísico o abstracto y el estado científico o positivo.

            Este tránsito de un estado a otro constituye una ley del progreso de la sociedad, necesaria y universal porque emana de la naturaleza propia del espíritu humano. Según dicha ley, en el estado teológico el hombre busca las causas últimas y explicativas de la naturaleza en fuerzas sobrenaturales o divinas, primero a través del fetichismo y, más tarde, del politeísmo y el monoteísmo. A este tipo de conocimientos le corresponde una sociedad de tipo militar sustentada en las ideas de autoridad y jerarquía.

            En el estado metafísico se cuestiona la racionalidad teológica y lo sobrenatural es reemplazado por entidades abstractas radicadas en las cosas mismas  como formas, esencias, que explican su por qué y determinan su naturaleza, este estado que es considerado por Comte como una época de tránsito entre la infancia del espíritu y su madurez, correspondiente ya al estado positivo. En este estado el hombre no busca saber qué son las cosas, sino que mediante la experiencia y la observación trata de explicar cómo se comportan, describiéndolas fenoménicamente e intentando deducir sus leyes generales, útiles para prever, controlar y dominar la naturaleza y la sociedad en provecho de la humanidad. A este estado de conocimientos le corresponde la sociedad industrial, capitaneada por científicos y sabios expertos que asegurarán el orden social.

            Características de la filosofía positiva

            La filosofía positiva como tipo de conocimiento propio del último estado de la sociedad, se define por oposición a la filosofía negativa y crítica de Rousseau y Voltaire a la que Comte atribuye los males de la anarquía y la inseguridad social que caracterizan al período post-revolucionario. El término positivo hace referencia a lo real, es decir, lo fenoménico dado al sujeto. Lo real se opone a todo tipo de esencialismo, desechando la búsqueda de propiedades ocultas características de los primeros estados. Lo positivo tiene como características el ser útil, cierto, preciso, constructivo y relativo, no relativista, en el sentido de no aceptar ningún absoluto.

            Clasificación de las ciencias

            Si la aparición del estado positivo se correlaciona con la mayoría de edad social e intelectual de la humanidad, esto se debe a la desaparición del espíritu metafísico como una evolución natural hacia el estado idóneo de la razón que traerá consigo el orden y la reorganización social. Se trata de una total regeneración que viene determinada por el progresivo desarrollo de las ciencias que, según Comte,  han seguido cursos y ritmos distintos, siendo la más retrasada la física social.

            Respecto a las ciencias la filosofía positiva hace un intento de clasificación  concebidas unitariamente como ramas de un tronco común que, evolutivamente, forman un continuo en el que el desarrollo de cada una establece las bases de la ciencia siguiente. Comte clasifica las ciencias en cinco fundamentales: astronomía, física, química, fisiología y física social o sociología. Rechaza como ciencia a la psicología y a la economía y concibe a las matemáticas más como un método e instrumento previo que como ciencia teórica. La finalidad de las ciencias es el control y el dominio de la naturaleza y la sociedad. La búsqueda de relaciones estables entre los fenómenos deriva en la construcción de leyes que permiten predecir el futuro: paso previo a todo control.

            Derivada de la fisiología, la sociología, como culminación del espíritu positivo, se dedicará al estudio de los fenómenos sociales y de sus leyes como camino para explicar la evolución de la humanidad y favorecer un progreso controlado de la sociedad que excluya todo posible cambio o revolución incontrolada. Es en este punto donde aflora con toda su fuerza la intención conservadora y reaccionaria de la filosofía de Comte. Su apoyo a la dictadura de Napoleón III, así como sus ideas de control de la opinión pública y de defensa a la propiedad privada y de concentración del capital le han convertido en un adversario de la democracia y en un partidario de los regímenes autoritarios.

            Las críticas al positivismo  son muy variadas. Entre estas se destacan algunas expresadas por diversos autores citados por Sánchez (2001)  tal como Bourdieu(1977), quien señaló que el positivismo efectúa sólo una caricatura del método de las ciencias exactas, sin acceder ipso facto a una epistemología exacta de las ciencias del hombre. De hecho, el carácter subjetivo de los hechos sociales y su irreductibilidad a los métodos rigurosos de la ciencia, conforma una constante en la historia de las ideas que la crítica del positivismo mecanicista sólo reafirma.

            Otra crítica es formulada por Kon (1978), quien destaco que  como la tarea de la ciencia se reduce a un análisis de las manifestaciones, que siempre están en un sólo plano, desaparece así el problema del deslinde entre lo casual y lo necesario, el fenómeno y la esencia, los procesos profundos y los superficiales,  reduciendo la tarea de la sociología a una simple descripción del fenómeno. Con base en lo  estudiado se puede agregar que el positivismo implica una marcada separación entre el sujeto o investigador y el objeto es decir la realidad investigada, inclusive las personas investigadas.

             Por otra parte, la filosofía del positivismo induce al mantenimiento del status y a la monopolización del conocimiento por parte de una élite intelectual, mayormente al servicio de la clase dominante. Así lo corrobora Mansilla (1997), cuando dice que Comte se interesaba por la investigación de los hechos en lugar de ilusiones trascendentes, por la certeza en lugar de la duda, por la organización en lugar de la negación y la destrucción. Por esto  su teoría  fue una apología ideológica de la sociedad burguesa. Aparte de ello, llevaba el germen para la justificación de un sistema autoritario. 

            Del mismo modo el positivismo a criterio de Lowy (1979) ha impulsado fuertemente el empirismo en la investigación social,  este  se caracteriza por el individualismo, la atomización de la sociedad y la incapacidad de captar las estructuras sociales, inclusive la explicación de los cambios sociales por la falta de perspectiva histórica. Desde esta afirmación el error básico  del positivismo es  la incomprensión de la especificidad metodológica de las ciencias sociales en relación a las ciencias naturales, especificidad cuyas causas principales son: El carácter histórico de los fenómenos sociales, transitorios, perecederos, susceptibles de ser transformados por la acción de los hombres.  La identidad parcial entre el sujeto y el objeto del conocimiento.

            Además el hecho de que en los problemas sociales están en juego las miras antagónicas de las diferentes clases sociales y  las implicaciones político-ideológicas de la teoría social que resalta que el conocimiento de la verdad puede tener consecuencias directas sobre la lucha de clases. A pesar de las críticas recibidas, el positivismo, es considerado actualmente como la tendencia central en la investigación social, que se opone al método fenomenológico.

            Materialismo dialéctico

            El Materialismo dialectico es una concepción filosófica científica del mundo, una de las partes componentes del marxismo, su base filosófica. Fue creado por Marx y Engels y ha sido objeto de ulterior estudio por parte de Lenin y otros marxistas. Surgió en la década de 1840 y se ha desarrollado en indisoluble conexión con los resultados de la ciencia y la práctica del movimiento obrero revolucionario. Su nacimiento representó una auténtica revolución en la historia del pensamiento humano y en la historia de la filosofía. Pero esta revolución implicaba la sucesión, la reelaboración crítica de todo cuanto de avanzado y progresivo había sido alcanzado ya por la historia del pensamiento humano. Los fundamentos del materialismo dialéctico se acercan más a las reglas u objetividad del estructuralismo, sosteniendo, como planteó Marx, que los cambios objetivos de la realidad, fuera de la conciencia, tienen un carácter dialéctico, quiere decir que es un proceso que se desarrolla según contradicciones: tesis-antítesis-síntesis.

            También se define al materialismo dialéctico como la filosofía de la ciencia que se rige, en el aspecto metodológico por la dialéctica  este es el método de aproximación al conocimiento objetivo de la realidad, como totalidad: la realidad física, biológica, social y cultural. La dialéctica intenta una explicación de las contradicciones y conflictos en la sociedad formulando de esta manera una actitud analítico-sintética respecto al objeto.

            Como teoría general de las ciencias o filosofía, el materialismo,  es la concepción científica del mundo, basada en una realidad material que incluye a los procesos sociales, que es objeto del conocimiento del hombre, al que incluye como sujeto. En este sentido el conocimiento objetivo se logra, a través de la interacción y la acción conjunta entre sujeto y objeto,  en el proceso de transformación de la realidad de la cual forma parte.
           
            Esta corriente se contrapone al idealismo y a la metafísica, en lo que coincide con el positivismo. No obstante, existen características del método dialéctico, en el materialismo dialéctico, que lo distinguen del positivismo. Alonso (1977),  menciona las siguientes características del método dialéctico en las ciencias sociales: El compromiso, no neutralidad, de la auténtica ciencia social con los intereses de clase.
El carácter histórico de todo proceso social que debe tenerse en cuenta para conocer los eventos concretos.  El principio de totalidad que parte de los grupos y clases sociales no, de los individuos como el empirismo.  Es ajeno a la creación de modelos abstractos y a-históricos. Por su parte Tecla (1976), indica que la teoría parte de los hechos y por otro lado, que el materialismo dialéctico realiza el proceso del conocimiento científico a través del paso de lo abstracto a lo concreto.
            Es válido afirmar que dos corrientes fundamentales de la filosofía precedente se fundieron en el materialismo dialéctico y fueron fecundadas por el nuevo enfoque, por la nueva y profundamente científica concepción del mundo. Por una parte, se trataba de la línea de la filosofía materialista, cuyas fuentes se remontaban a un pasado lejano; por otra parte, era la línea del desarrollo de la concepción dialéctica del mundo, que poseía también profundas tradiciones en la historia de la filosofía. El desarrollo del pensamiento filosófico en íntima relación con la ciencia y con toda la práctica histórica de la humanidad, conducía con sujeción a leyes a la victoria de la concepción materialista del mundo. Pero las teorías de los viejos materialistas adolecían de un defecto esencial, el de ser metafísicas, mecanicistas, a pesar de contener algunos destellos de la dialéctica, combinaban el materialismo en la concepción de la naturaleza, con el idealismo en la dilucidación  de los fenómenos sociales.
            Los filósofos que en la Época Moderna hicieron progresar la concepción dialéctica del mundo eran en lo fundamental idealistas, cosa que con particular claridad se manifestó en el sistema de Hegel. Marx y Engels no se limitaron a hacer suyas las teorías de los viejos materialistas y la dialéctica de los idealistas, sintetizándolas en una unidad. Basándose en los resultados más recientes de la ciencia natural, en toda la experiencia histórica de la humanidad, demostraron que el materialismo sólo puede ser científico y consecuente hasta el fin, si se hace dialéctico, a la vez que la dialéctica sólo puede ser auténticamente científica si se hace materialista.
            En la formación del materialismo dialéctico influyó también de manera esencial el hecho de que se estructurara la concepción científica del desarrollo social y de las leyes del mismo  lo que es el Materialismo histórico. Sin la concepción materialista dialéctica del mundo habría sido imposible vencer al idealismo en su último refugio: la explicación de la esencia de la sociedad humana. Por otra parte, sin un enfoque materialista de la sociedad, sin un análisis de la práctica histórico-social y, ante todo, de la producción social como base del ser humano, habría sido igualmente imposible crear una concepción filosófica consecuente del mundo, explicar las leyes del conocimiento humano. Los fundadores del marxismo resolvieron este problema.
            Por esto, el materialismo dialéctico surgió como grandiosa síntesis filosófica que abarcaba en una concepción única toda la compleja red de fenómenos de la naturaleza, de la sociedad humana y del pensar, síntesis que unía orgánicamente en sí misma el método filosófico apto para explicar y analizar la realidad con las ideas de transformación  práctico-revolucionario del mundo. Esto último constituye uno de los rasgos más característicos del materialismo dialéctico, a diferencia de la vieja filosofía, la cual, en lo fundamental, se limitaba a explicar el mundo. En este hecho hallaron su manifestación las raíces de clase de la filosofía marxista como concepción del mundo de la clase más revolucionaria, la clase obrera, llamada a aniquilar el régimen social basado en la explotación del hombre por el hombre y a construir una sociedad sin clases, la sociedad comunista.
             Con el nacimiento del materialismo dialéctico culmina en lo fundamental el proceso histórico que lleva a la filosofía a separarse y a formar una ciencia aparte, con su objeto específico de investigación. Tal objeto está constituido por las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento, aquellos principios generales y fundamentos del mundo objetivo y de su reflejo en la conciencia humana que proporcionan un acertado enfoque científico de los fenómenos y procesos, un método de elucidación, cognición y transformación práctica de la realidad.
            La piedra angular del materialismo dialéctico es la teoría relativa a la naturaleza material del mundo, al hecho de que en el mundo no existe nada al margen de la materia y las leyes de su movimiento y cambio.  Es enemigo resuelto e inconciliable de todas las representaciones acerca de esencias sobrenaturales, cualesquiera que sean los ropajes de que las revistan las religiones y la filosofía idealista. La naturaleza se desarrolla y alcanza sus formas superiores, incluyendo la vida y la materia pensante, no gracias a una fuerza del más allá, sino  a causas dadas en ella misma, en sus leyes.
            Las teorías físicas actuales sobre la materia, el espacio y tiempo, al reconocer la mutabilidad de la materia cualquiera que sea su especie y la inagotable facultad de las partículas materiales de experimentar transformaciones cualitativas, no sólo se encuentran en perfecta concordancia con el materialismo dialéctico, sino que únicamente en él pueden hallar las ideas filosóficas y principios metodológicos necesarios. Lo mismo puede decirse de las ciencias que investigan otros fenómenos de la naturaleza.
             Confirman  los principios del materialismo dialéctico la práctica histórica actual de la humanidad que, dando un viraje radical, deja de lado viejas formas de vida social, ya decaídas, para adoptar formas de vida nuevas, socialistas. Articulando en una unidad la teoría del ser, del mundo objetivo, y la teoría relativa al reflejo de éste último en la conciencia del hombre, el materialismo dialéctico es teoría del conocimiento y lógica. El paso fundamentalmente nuevo dado por el materialismo dialéctico en este terreno y que coloca la teoría del conocimiento sobre un sólido fundamento científico, estriba en haber incluido la práctica en dicha teoría. 
            Después de aplicar la teoría dialéctica del desarrollo al conocimiento, el materialismo dialéctico estableció el carácter histórico de los conceptos humanos, reveló la interconexión de lo relativo y lo absoluto en las verdades científicas, elaboró el problema concerniente a la lógica objetiva del movimiento del conocimiento. Se puede considerar que  el materialismo dialéctico es una ciencia en desarrollo. Con cada gran descubrimiento científico, con el cambio de las formas de la vida social, sus principios y tesis  se concretan, se desarrollan, asimilan los nuevos datos de la ciencia y de la experiencia histórica de la humanidad.
Racionalidad productiva
 El concepto, según Hegel, es la incondicional o libre unidad del pensamiento y de la racionalidad. Es el pensamiento objetivo. Y no puede ser de otra manera, si se define al sujeto universal como puro pensamiento, lo objetivo, no puede ser lo concreto real sino lo concreto pensado. Ahora, si se define al sujeto, no solamente como pensamiento sino como práctica social, entonces el concepto es la unidad entre el sujeto social real y la racionalidad de sus medios de producción de nuevas realidades efectivas. Esto es lo que diferencia a Hegel de Marx.
Para Hegel, la actividad del sujeto universal es actividad del pensamiento, no concibe otra actividad trascendente que no sea la actividad del puro pensamiento. El sujeto para el es un sujeto abstracto, abstraído de su actividad práctico-sensible. El concepto, según el idealismo hegeliano, es la verdad relativa. Los conceptos varían según el pensamiento. Lo que pasa es que el pensamiento, según progresa su racionalidad, va atravesando los conceptos en que concretó su razón pretérita.
 Esto quiere decir que una realidad que hoy es efectiva en tanto se corresponde con la racionalidad, más tarde deja de serlo, porque ya no se ajusta al nuevo concepto, porque el pensamiento sigue avanzando, es decir, las fuerzas productivas siguen avanzando, entonces lo que hoy es una realidad efectiva, lo que fue una realidad efectiva en la época post feudal, lo que el capitalismo fue una realidad efectiva en la época postfeudal, ahora deja de serlo, se convierte en una realidad ficticia. Porque no corresponden con el concepto, porque las fuerzas productivas ya no caben dentro de la cáscara del capitalismo.
 Lo que para Hegel es el pensamiento, para Marx es el trabajo social, porque él suplanta la actividad del pensamiento universal por la actividad práctico sensible del sujeto social; en la que está incluido el pensamiento, porque el trabajo es la síntesis o unidad de la actividad pensante y de la actividad práctico-sensible, las dos cosas.  Igualmente afirma que la relación hombre-naturaleza no está mediada por una lógica cultural sino por la lógica racional y material de la producción efectiva. La cultura es, en definitiva, resultado y no estructura de la actividad productiva; los deseos y placeres de la sociedad son desplazados por los medios para alcanzarlos; la historia se fundamenta en el trabajo y ya no es posible suponer la trascendencia de los hombres y sus ideas a la experiencia práctica. Si bien el hombre es el sujeto de la historia, esto surge sólo como resultado de la acción instrumental, acción que a fin de cuentas configurará el pensamiento y sociedad.

            El dilema en Marx es que no obstante aceptar la producción como la interacción de trabajo, técnicas y recursos según las leyes de la naturaleza y de acuerdo a intencionalidades culturales, termina subrayando que la cultura es organizada por la naturaleza material de las cosas y no trasciende la estructura de la producción. Las ideas no tienen más alternativa que ceder al mundo físico, e incluso sólo los valores de cambio de las mercancías tienen un orden cultural y no los de uso.

            Por ello las racionalidades económica y productiva se presentan en Marx como naturales, derivadas de las necesidades humanas; la satisfacción de estas últimas depende de la eficiencia instrumental del proceso laboral. Así acoge despreocupadamente el ideal de maximización productiva: no critica al capitalismo por su racionalidad sino por la falta de ella, no propugna por un tipo de desarrollo de las fuerzas productivas sino el despliegue de éstas, no reflexiona sobre la eficiencia que defiende como un valor cultural instaurado precisamente por la sociedad burguesa.


Referencias
Sánchez G. E (2001)  EL TRABAJO EN MARX: VÍA CRUCIS Y FUENTE DE           SALVACIÓN. Revista  6-7, Abril-Septiembre .
Lefebvre Henri (1999) el materialismo dialéctico Editado por elaleph.com
www.robertexto.com. Metodología de la investigación social II