Ejes de Socialización de la Investigación

Clarismar
REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.
MINISTERIO DE PODER POPULAR PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA.
 UNERG.
DOCTORADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACION.
I COHORTE. VALLE DE LA PASCUA. GUARICO.
                                                       Segundo  semestre. 




Ejes de Socialización de la Investigación.
                    
                               
                                                         Asesora:
                                                     Doctora: Feryeny Padrino.
                                                              Participantes:                                   
                                                              Hernández, Norka José C.I. 9.917.526
                                                       Morabito Concheta C.I. 9.918.193
                                                               Pérez, Yalis Coromoto C.I. 12.637.560
                                                         Del Valle Numiralda C.I: 8.555.147
                                               Barrios Tibisay C.I:5.622.093
                                                             Hernández Clarismar C.I: 14.854.132
       

                                  Valle de la Pascua, enero 2012.




Introducción

Se trata es perfeccionar al hombre por la educación es insoslayable, a riesgo de degradar esta noble acción humana, partir de una concepción filosófica de la ecuación. La educación concebida como un quehacer para mejorar al hombre es la que suscribe Peñaloza y defiende, con los más sólidos argumentos, que esta concepción no puede ser otra que formar un hombre nuevo, un hombre re-formado por la educación. Reconocer el carácter teleológico de la educación es la más clara   manifestación de un pensamiento humanista que se enfrenta a posiciones pragmatistas, liberales y mercantilistas que pretenden reducir todo el proceso educativo a un simple entrenamiento de las competencias.  
En esto, el maestro, ha demostrado pasión en la defensa de los fines de la educación y especialmente de una determinada concepción de la educación: la formación del hombre en todos los aspectos posibles de formarlo, es decir, una educación humanista, una educación integral. Pero la potencia de su pensamiento rebasa la especulación teleológica y nos lleva a los hechos con sus propuestas acerca de cómo lograr los propósitos de la educación y, con intuición admirable, es donde  aparece el rol jugado históricamente por un eslabón clave de esta cadena: la universidad. Este especifico aparato de certificación de saberes (títulos) el cual representa un apetitoso mercado internacional que esta siendo fuertemente presionado para eliminar barreras y regulaciones como el resto del mundo comercial, las grandes corporaciones tienen como objetivo una completa mercantilización de títulos universitarios que circulen en el mercado sin ninguna restricción.  
Esta presión se inscribe claramente  en la lógica de los intereses  mercantiles que están siempre por detrás de las ideologías globalizadoras y forma parte de las estrategias de posicionamiento  que se desarrollan paralelamente  en la esfera de la cultura, las comunicaciones y la nueva tecnología


                            La Universidad Cercada: (Rigoberto Lanz) 
Aquí el autor nos da a entender el papel  de la universidad donde la exclusividad  de las certificaciones de saberes llega a su fin, siendo esta el único lugar donde se obtienen diplomas reflejándose como el famoso mercado laboral, no existiendo así  correspondencia entre profesiones y empleo. El remedio de las nuevas profesiones tiene el límite de los mismos viejos modos de pensar, de enseñar, de trabajar. Esta “frontera del diploma” como la llama Cristovam Buarque siendo uno de los muchos vectores en los que se expresa el agotamiento del modelo de universidad que se arrastra, esa es la parte de su crisis, por allí difícilmente se llegue alguna parte. 

El problema es otro. Entender la magnitud de la crisis del modelo universitario que padecemos no es sentirse evaluado, y por tanto obligado a justificar lo que se hace en las universidades como si se tratara de una acusación personal. Haber vivido durante décadas “como si” todo marchara bien, o mas o menos bien, produce esta psicología de la resignación en la que los pequeños intereses y el parroquialismo son ya suficientes para que un profesor pase veinticinco años entrando y saliendo de un salón de clases sin pena ni gloria, o que varias generaciones de vallan y vengan anónimamente. En ello consiste el agotamiento del paradigma universitario que nos trajo hasta aquí. Es a esa realidad a la que se dirige el esfuerzo  transformador  de cecas académicas, de las jaulas teóricas, de los encierros conceptuales, de los claustros escolásticos.  

Es relativamente fácil derribar los muros, resulta algo mas complicado derivar los dogmas.


La mundialización del conocimiento: (Rigoberto Lanz) 
Los conocimientos verdaderos son aquellos santificados  por los aparatos científicos. Por tanto, la enseñanza de estos conocimientos y el reconocimiento social de estos aprendizajes forman parte de la misma lógica. Del mismo entramado de sentido. Se suelda así una gigantesca maquinaria que opera impunemente bajo el amparo de un sentido común largamente asentado en el trayecto de la Modernidad, en la normalización de un cierto tipo de valores y creencias.  
Otras de la simpática metáfora de la “sociedad del conocimiento” se esconden las garras del lobo. Igual que frente a las leyes de la gravedad, resulta algo ridículo “oponerse”. Pero la candidez de la ciencia universal, la ideología de la cultura global y los conocimientos internacionalizados son siempre cómplices de las patrañas del poder. De allí no se sigue tan rápidamente algo así como una “ciencia pasional” o una suerte de epistemología del terruño. Una vez mas hay que saltarse estas falsas  dicotomías. Se debe optar ´por un autentico dialogo de saberes, por un encuentro de civilizaciones, por una mundialización solidaria en la que la cultura y el conocimiento pueden ser las formidables plataformas de construcción de una “comunidad de hombres libres”.  

El fin de la Modernidad (Nihilismo y hermenéutica en la cultura Posmoderna: (Vattimo Gianni).  
Para Vattimo ya no hay presencia de la verdad, sino una interpretación histórica de la verdad. En este sentido, se hace necesario relacionar la hermenéutica con la modernidad. El nihilismo, la critica a la modernidad y a la metafísica clásica, pasando por la concepción de verdad y de la historia, serán los componentes de una hermenéutica filosófica en sentido Vattimiano. El filosofar de Gianni Vattimo pretende  establecer un nexo entre Nietzsche y Heidegger.   

En este sentido, propone asumir el nihilismo como condición esencial de la filosofía hermenéutica. La vocación nihilista de la hermenéutica es un llamado a pensar la Verwindung, una torsión que va mas allá  de la metafísica. La llamada ontología del declinar, tras la explicación de los términos, deviene una interpretación del ser en el mundo a una con el sujeto de la caída del ser en ocaso. Es decir, una hermenéutica que realiza una Verwindug de la metafísica y del sujeto a partir del pensar del ser como ocaso en el acontecer del nihilismo como chance.  

La modernidad comienza a gestarse junto con la era de los grandes descubrimientos, entre ellos el de América, que cambian la percepción que el hombre tiene del mundo, confirmando lo que los sabios de la época  venían pregonando. Es la era del iluminismo, que se caracteriza por el intenso y rápido progreso de las ciencias de la naturaleza, en donde Bacón y Galileo destacan  como métodos de investigación a la experimentación y el calculo matemático. Dios deja de ser el centro de reflexión, el hombre pasa a ser considerado como creador de un mundo propio cuyo espíritu  y dignidad se revelan en las obras maestras de la antigüedad clásica. La razón toma la delantera y se constituye a partir de ese momento como un hecho normal, natural y evidente.  

La idea del progreso indefinido, el poder omnímodo de la razón, la democracia como forma de vida, la subjetivación del cristianismo, el afán de lucro, y la manipulación de la naturaleza  por la técnica se constituye como los elementos centrales y universales para el avance de la sociedad hasta el día de hoy. Pero, ¿Qué realmente produjeron estos elementos? Es una de las preguntas que se ha hecho la sociedad actual y que tiene enorme vigencia. En efecto, mucho de estos elementos funcionaron como receta a partir del siglo XVIII y hasta nuestros días.  

De esta manera surgen criticas a la modernidad. Algunos critican a la modernidad en aquello que le falto llevar acabo como proyecto moderno. La escuela neo marxista de Frankfurt basa su critica a la modernidad proponen una desesperanzada resignación pero sin abandonar su confianza en la razón entendida al modo moderno. El termino posmodernidad nace y es introducido en el campo filosófico hace ya dos décadas por Jean Lyotard en su trabajo “la condición moderna” (1983). La noción se ha difundido ampliamente pero en general su uso conduce a confusión. Viene a denominar un cambio de época, en la cual podríamos estar insertos: el paso de la modernidad a la posmodernidad. La modernidad y la posmodernidad son conceptos en general bien parecidos. Existen elementos centrales bien comunes. Lo que no hizo la modernidad la posmodernidad quiere remediarlo. 
Lam posmodernidad le  agrega a la democracia, a la libertad, a la razón, al individualismo y al progreso un componente nuevo y tremendamente diferenciador: el relativismo cultural. 

El progreso y desarrollo que ha traído la modernidad ha sido solo para algunas sociedades. Subsisten enormes bolsones sociedades a los cuales todavía no les ha llegado la modernidad ni tan poco les llegara tan pronto. Sin embargo, en aquellas sociedades avanzadas que han tenido el merito propio de avanzar y progresar en aras de los valores de la modernidad se empieza a sentir un estado superior de desarrollo en el cual este época moderna ya no encaja. Es la posmodernidad la que nace como una nueva era, como un cambio de época.  
 La posmodernidad es el rebosamiento de lo moderno no su superación. Lo posmoderno no es lo contrario de lo moderno, es la culminación de la modernidad donde ésta, a través de su propio impulso se niega a si mismo. Cada cultura tiene sus propios deseos y fines. Ellos definen las metas a alcanzar sin que existan buenas o malas culturas. “A cada uno lo suyo” dice un viejo concepto de justicia que es aplicable integralmente a la diversidad propugnada por los postmoderno. El tiempo de hoy lo vivimos en la encrucijada de lo moderno y lo postmoderno.  

La condición Postmoderna: (Jean François Lyotard). 
Este estudio tiente por objeto la condición del saber en las sociedades más desarrolladas. Se ha decidido llamar a esta condición «postmoderna». El término está en uso en el continente americano, en pluma de sociólogos y críticos. Designa el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX. Aquí se situarán esas transformaciones con relación a la crisis de los relatos.
En origen, la ciencia está en conflicto con los relatos. Medidos por sus propios criterios, la mayor parte de los relatos se revelan fábulas. Pero, en tanto que la ciencia no se reduce a enunciar regularidades útiles y busca lo verdadero, debe legitimar sus reglas de juego. Es entonces cuando mantiene sobre su propio estatuto un discurso de legitimación, y se la llama filosofía. Cuando ese meta discurso recurre explícitamente a tal o tal otro gran relato, como la dialéctica del Espíritu, la hermenéutica del sentido, la emancipación del sujeto razonante o trabajador, se decide llamar «moderna» a la ciencia que se refiere a ellos para legitimarse. Así, por ejemplo, la regla del consenso entre el destinado y el destinatario de un enunciado con valor de verdad será considerada aceptable si se inscribe en la perspectiva de una unanimidad posible de los espíritus razonantes: ese era el relato de las Luces, donde el héroe del saber trabaja para un buen fin épico-político, la paz universal. En este caso se ve que, al legitimar el saber por medio de un metarrelato que implica una filosofía de la historia, se está cuestionando la validez de las instituciones que rigen el lazo social: también ellas exigen ser legitimadas. De ese modo, la justicia se encuentra referida al gran relato, al mismo título que la verdad.
Simplificando al máximo, se tiene por «postmoderna» la incredulidad con respecto a los metarrelatos. Ésta es, sin duda, un efecto del progreso de las ciencias; pero ese progreso, a su vez, la presupone. Al desuso del dispositivo metanarrativo de legitimación corresponde especialmente la crisis de la filosofía metafísica, y la de la institución universitaria que dependía de ella. La función narrativa pierde sus factores, el gran héroe, los grandes peligros, los grandes periplos y el gran propósito. Se dispersa en nubes de elementos lingüísticos narrativos, etc., cada uno de ellos vehiculando consigo valencias pragmáticas sui generis. Cada uno de nosotros vive en la encrucijada de muchas de ellas. No formamos combinaciones lingüísticas necesariamente estables, y las propiedades de las que formamos no son necesariamente comunicables.
Así, la sociedad que viene parte menos de una antropología newtoniana (como el estructuralismo o la teoría de sistemas) y más de una pragmática de las partículas lingüísticas. Hay muchos juegos de lenguaje diferentes, es la heterogeneidad de los elementos. Sólo dan lugar a una institución por capas, es el determinismo local.
Los decididores intentan, sin embargo, adecuar esas nubes de sociabilidad a matrices de input/output, según una lógica que implica la conmensurabilidad de los elementos y la determinabilidad del todo. Nuestra vida se encuentra volcada por ellos hacia el incremento del poder. Su legitimación, tanto en materia de justicia social como de verdad científica, sería optimizar las actuaciones del sistema, la eficacia. La aplicación de ese criterio a todos nuestros juegos no se produce sin cierto terror, blando o duro: Sed operativos, es decir, conmensurables, o desapareced.
Esta lógica del más eficaz es, sin duda, inconsistente a muchas consideraciones, especialmente a la de contradicción en el campo socio-económico: quiere a la vez menos trabajo (para abaratar los costes de producción), y más trabajo (para, aliviar la carga social de la población inactiva). Pero la incredulidad es tal, que no se espera de esas inconsistencias una salida salvadora, como hacía Marx.
La condición postmoderna es, sin embargo, tan extraña al desencanto, como a la positividad ciega de la deslegitimación. ¿Dónde puede residir la legitimación después de los metarrelatos? El criterio de operatividad es tecnológico, no es pertinente para juzgar lo verdadero y lo justo. ¿El consenso obtenido por discusión, como piensa Habermas? Violenta la heterogeneidad de los juegos de lenguaje. Y la invención siempre se hace en el disentimiento. El saber postmoderno no es solamente el instrumento de los poderes. Hace más útil nuestra sensibilidad ante las diferencias, y fortalece nuestra capacidad de soportar lo inconmensurable. No encuentra su razón en la homología de los expertos, sino en la paralogía de los inventores.
La cuestión abierta es ésta: ¿es practicable una legitimación del lazo social, una sociedad justa, según una paradoja análoga a la de la actividad científica? ¿En qué consistiría? El texto que sigue es un escrito de circunstancias. Se trata de un informe sobre el saber en las sociedades más desarrolladas que ha sido propuesto al Conseil des Universités del gobierno de Quebec, a demanda de su presidente. Este último ha autorizado amablemente su publicación en Francia: gracias le sean dadas.
Queda añadir que el informador es un filósofo, no un experto. Éste sabe lo que sabe y lo que no sabe, aquél no. Uno concluye, el otro interroga, ahí están dos juegos de lenguaje. Aquí se encuentran entremezclados, de modo que ni el uno ni el otro llevan a buen término. El filósofo, por lo menos, puede consolarse diciéndose que el análisis formal y pragmático de ciertos discursos de legitimación, filosóficos y ético-políticos, que subtiende la Relación, verá el día después de él: lo habrá introducido, mediante un rodeo un tanto sociologizante, que lo acorta pero que lo sitúa.
Tal y como está lo dedicamos al Instituto "politécnico de filosofía de la Universidad de París VIII (Vincennes), en el momento muy postmoderno en que esta universidad se expone a desaparecer y ese instituto a nacer.


Conclusiones: 
ü  El papel  de la universidad donde la exclusividad  de las certificaciones de saberes llega a su fin, siendo esta el único lugar donde se obtienen diplomas reflejándose como el famoso mercado laboral, no existiendo así  correspondencia entre profesiones y empleo. 

ü  Una vez mas hay que saltarse estas falsas  dicotomías. Se debe optar ´por un autentico dialogo de saberes, por un encuentro de civilizaciones, por una mundialización solidaria en la que la cultura y el conocimiento pueden ser las formidables plataformas de construcción de una “comunidad de hombres libres”. 

ü  Para Vattimo ya no hay presencia de la verdad, sino una interpretación histórica de la verdad. En este sentido, se hace necesario relacionar la hermenéutica con la modernidad. El nihilismo, la critica a la modernidad y a la metafísica clásica, pasando por la concepción de verdad y de la historia, serán los componentes de una hermenéutica filosófica en sentido Vattimiano. El filosofar de Gianni Vattimo pretende  establecer un nexo entre Nietzsche y Heidegger. 

ü  Este estudio tiente por objeto la condición del saber en las sociedades más desarrolladas. Se ha decidido llamar a esta condición «postmoderna». El término está en uso en el continente americano, en pluma de sociólogos y críticos. Designa el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX. 

ü  Simplificando al máximo, se tiene por «postmoderna» la incredulidad con respecto a los metarrelatos. Ésta es, sin duda, un efecto del progreso de las ciencias; pero ese progreso, a su vez, la presupone. Al desuso del dispositivo metanarrativo de legitimación corresponde especialmente la crisis de la filosofía metafísica, y la de la institución universitaria que dependía de ella. 



Referencias Bibliográficas:  

Jacques Attali: L’avenir du travail, p. 86 
G. Vattimo. "El fin de la modernidad". Ed. Gedisa, Barcelona 1986, 155 s. 
LYOTARD, J. “La Condición Postmoderna” Madrid, Ediciones Cátedra, 198